Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo. —Colosenses 1:13
La Biblia nos dice que podemos vivir en una esfera espiritual que se caracteriza por la felicidad, la vida investida de poder, éxito y prosperidad.
Mediante una relación con Dios, somos milagrosamente transportados al Reino de la luz: una esfera que abre ilimitadas puertas de oportunidad, nos capacita para descubrir nuestro propósito divino, maximizar nuestro mejor potencial y experimentar abundancia infinita.
La luz no es solo ausencia de oscuridad, sino que también es la presencia de Dios que quiebra yugos, la liberadora esencia de la verdad, y el potencial de cada revelación de Dios para transformar la mente. Es todo lo que es bueno en nuestro interior y entre nosotros.
Padre, hazme aún más consciente de tu presencia en mi vida. No temeré los nuevos desafíos que se presenten hoy porque sé que tú estás conmigo.
Tomas mi mano y me guías cuando no sé por dónde ir; cambias las tinieblas en luz y lo escabroso en llanura (Isaías 42:16). Eres merecedor de mi confianza total y pongo mi completa seguridad en ti. En el nombre de Jesús, amén.